viernes, 28 de marzo de 2014

La miel y el plástico


Según contaba esta semana el periódico gratuito "20 Minuten", los análisis realizados a la miel suiza han dado como resultado que contiene partículas de plástico.
Dichas partículas provienen de productos como la pasta de dientes o el gel de ducha, por ejemplo.

¿Y cómo llegan las partículas de plástico hasta la miel? 


Pues según los expertos, estas partículas escapan a los filtros de las plantas de tratamiento del agua, llegan a la red de agua potable, y de ahí a la naturaleza, es decir, a las flores. Y las abejas son las encargadas de polinizar, por lo que se llevan las partículas mezcladas con el polen de las flores, y de ahí pasan a formar parte de la miel.

La miel suiza contiene más partículas de plástico que las mieles extranjeras, pues no se filtra antes de ser envasada. La idea es que sea más natural, más parecida al líquido que fabrican las abejas, que tenga mejor sabor y sea más beneficiosa para la salud. Al no filtrarse lleva las partículas de polen con las que las abejas la fabricaron, y de ahí que lleve también las micropartículas de plástico.


¿Es peligroso para la salud?


Pues no está claro. Hay expertos que dicen que no hay ningún estudio que haya analizado los efectos que estas partículas pueden tener sobre los humanos, por lo que desaconsejan el consumo de miel suiza. Y otros expertos comentan que prácticamente todos los alimentos que consumimos llevan partículas de plástico. Los que más, el agua y la leche, por lo que si dejamos de consumir miel suiza, deberíamos también dejar de comer pan o de tomar lácteos.

No sé si a vosotros esta noticia os impresiona o no, pero a mí sí. Y creo que a muchos suizos también. Ayer por la tarde estaba en la cola del supermercado y delante de mí había un hombre mayor que llevaba, precisamente, un tarro de miel. Al pagar le comentó a la cajera el tema de la miel y el plástico y cómo la humanidad (Menschen fue la palabra que él utilizó) está destruyendo la naturaleza que le rodea. Y a la vez, añado yo, nos destruimos a nosotros mismos.


Como dice el biólogo  Edward Osborne Wilson en su libro "La creación: Salvemos la Tierra": "La diversidad terrestre [...] se reduce a paso acelerado por efecto de la destrucción de hábitats naturales, destrucción que incluye el deterioro actual debido al recalentamiento del clima. También hay deterioro por la propagación de especies invasoras, por la contaminación ambiental y la sobreexplotación. Si no conseguimos reducir esos fenómenos causados por el hombre, podría suceder que a finales del presente siglo XXI hayamos perdido la mitad de las especies vegetales y animales de la Tierra".

¿Pueden tener las micropartículas de plástico algo que ver con el hecho de que cada año mueren más abejas sin que haya una explicación lógica? Quizás, no lo sé.

Si os gusta el tema de las abejas o queréis saber más sobre estos útiles insectos, os recomiendo la visita del museo de las abejas en Poyales del Hoyo (Ávila). Nosotros lo visitamos el verano pasado y nos gustó mucho. Y a las peques también. Tienen otra sede en Colmenarejo (Madrid).

 
Las fotos están tomadas en la rosaleda del Parque de Cervantes en Barcelona. Todos los años en el mes de mayo hay un concurso de rosas al que asiste mucha gente.

Tres en Suiza



martes, 18 de marzo de 2014

Fasnacht en Basel 2014


El carnaval de Basel fue la semana pasada (del lunes 10 al miércoles 12). Sí, no me he equivocado, se celebra siempre una semana después que en el resto del mundo.

¿Qué queréis que os diga? Nos ha encantado.  A nosotros y a los abuelos que llegaron el miércoles a ver el final. Los trajes y las máscaras (Larven) son alucinantes.




La noche del domingo al lunes a las 4 de la mañana tiene lugar la “Morgenstraich”: todas las luces de la ciudad se apagan y se encienden las “Laternen”.

El lunes sobre las 13:30 h. desfilan todas las comparsas por el centro de la ciudad. Los recorridos son varios, y es alucinante cómo van entrecruzándose, todas con sus grupos de fíbulas y tambores, disfrazados, aparentemente desorganizados, pero claramente organizados.


Desde las carrozas tiran naranjas, mandarinas, plátanos, caramelos, chuches varias, rosas, mimosas, y muuuuuuucho confeti. Así estaba yo al ratito de llegar.

 Dura hasta las 6 de la tarde, más o menos.


El martes es el día de los niños, que se disfrazan, y van por el centro de Basel tirando confeti a todo el que se cruza en su camino. Y se disfrazan todos, desde los bebés hasta los creciditos. Hay que vivirlo para saber lo que es.


Y el miércoles es el último día. Es similar al lunes, sin la Morgenstraich. Tenemos muchísimas fotos, muchos caramelos, alguna rosa y mimosa, y varias naranjas y, por supuesto un maravillo recuerdo de nuestro primer Fasnacht.



Tres en Suiza.

domingo, 9 de marzo de 2014

Interlaken y Jungfrau


Esta semana han venido dos primas de Marina (Eva y Silvia) y los tíos (Alicia y Adal) a vernos, y nos hemos ido a la nieve, a Interlaken y alrededores.


Nosotros ya habíamos estado en Interlaken y el Jungfrau hace unos años en verano. En invierno el paisaje es alucinante. A los 7 nos han encantado los Alpes suizos.


Unos cuantos han esquiado, y los que no, nos hemos tirado en trineo o hemos hecho “wandern”, que es como llaman aquí a pasear por la montaña. Para todo hay pistas especiales. Las de trineos son las mismas que las de wandern, así que había que tener cuidado para no atropellar a nadie.  Y a veces estas pistas se cruzaban con las pistas de esquí y snowboard, y ahí tenías que tener cuidado de no ser atropellado tú.


Hay trineos especiales equipados con sillitas para bebés, como el que os enseñamos en esta foto.


Y el wandern se puede hacer con tu propio calzado (algo incómodo cuando bajas por una pendiente), o puedes alquilar unos Schneeschuhe, una especie de raquetas para andar por la nieve. Llevas también unos bastones, parecidos a los de esquiar, para ayudarte a hacer el camino y no caer si resbalas.


También hay gente que baja en “Velogemel”, una bicicleta para la nieve. En vez de ruedas tiene unos patines para deslizarse por el suelo nevado.

Y además se puede practicar paragliding, o una variante que consiste en esquiar con un paracaídas: vas esquiando fuera de pista, y cuando hay peligro te vas “volando” literalmente. Vimos a una persona haciéndolo en el Schilthorn, a 2.970 m. de altura y nos dejó sin palabras.

Y también podéis hacer peleas de bolas de nieve, que siempre es divertido.


Hemos visto pueblos preciosos colgados en la montaña, rodeados de nieve, como en las típicas estampas navideñas: Mürren, Wengen, Grindelwald,...




Y hemos tenido un tiempo estupendo: mucho Sol, mucho calor (8-10ºC) y cielo despejado.


Aparte del paisaje y de la posibilidad de hacer múltiples actividades en la nieve, hemos comido muy bien y nos han tratado estupendamente en todos los sitios.



Y todo a unos precios muy asequibles.Los tíos de Marina, que esquían habitualmente, han comentado que esquiar  4 días en los Alpes suizos (alojamiento, comida, skypass, alquiler de equipos, transporte desde el aeropuerto de Basel a Interlaken, y billetes de avión desde Madrid a Basel) sale igual de precio que esquiar el mismo número de días en España. Vamos, que si no fuera por los billetes de avión, sería más barato. Y claro, en España no están los Alpes. Así que repetirán seguro.

Hemos visto y hecho muchas cosas que dan para unos cuantos posts. Por ahora, os dejo algunas fotos de los Alpes.


Todos nos lo hemos pasado muy bien y nos ha dado mucha pena que se acabaran estas minivacaciones. Pero ya habrá otras.


Tres en Suiza.

lunes, 3 de marzo de 2014

La utopía de la integración perfecta


Este era el título de la jornada organizada en Zürich por la Asociación de Mujeres Españolas en Suiza el sábado pasado.

Mujeres emigrantes en Suiza


Desde las 10 de la mañana y hasta las 6 de la tarde las casi 80 mujeres que asistimos a este evento pudimos hablar, debatir, compartir experiencias e inquietudes, aprender técnicas para lograr que la emigración no sea tan difícil, y muchas cosas más.

Había mujeres de todas las edades, de diferentes lugares de España y de América Central y del Sur. Algunas llevaban 50 años viviendo en Suiza y otras, como yo, habían llegado recientemente.

Variados eran también los motivos de la emigración de todas nosotras: trabajo, estudios, amor, búsqueda de una mayor calidad de vida,…


La integración en Suiza


Varias de las ponentes trabajaban en departamentos de integración de diferentes ciudades suizas. Dos de ellas eran lo que en Suiza llaman “secondos”, hijos de padres españoles que llegaron a Suiza entre los años 50 y 70 a buscarse las habichuelas. Contaron su experiencia desde el punto de vista de alguien que nació ya en Suiza, que se ha criado en este país, pero que ha tenido en casa unos referentes españoles. Una de ellas contó, por ejemplo, que mientras que sus compañeros de clase suizos iban vestidos de manera cómoda (ya hablaremos de esto otro día) y los domingos se iban a pasear por la montaña, ella iba vestida con un vestido mono y los zapatitos de los domingos y se iba con sus padres a pasear alrededor del lago. La otra ponente, por ejemplo, explicó que a pesar de haber nacido y haberse criado en Zürich y hablar alemán y suizo perfectamente, cuando un suizo habla con ella sigue preguntándole de dónde viene, pues por el aspecto parece italiana o española.


Otra de las ponentes era suiza y trató de aclarar algunos puntos que pueden ser muy chocantes para los españoles cuando llegamos a Suiza. Por ejemplo, en Suiza (al igual que en Alemania y otros países) los hijos cuando cumplen 18 años se van de casa, y si no se van, los padres se encargan de hacerles entender que deben irse.  En España, como es bien sabido, los jóvenes no se van de casa hasta pasados los 30 en muchos casos. Está claro que la falta de trabajo y la economía juegan un papel importante en esta diferencia, pero también la mentalidad y tradición de ambos países tienen algo que ver. El fin de todo ello es lograr que los jóvenes sean independientes, que sepan gestionarse su vida en todos los sentidos desde que son mayores de edad. Y, de esta manera, los padres también recuperan su espacio como pareja, y pueden hacer todo tipo de actividades sin tener a alguien en casa que depende de ellos.

Otra cosa que puede parecer curiosa a la vista de un español es que el círculo de amistades es mucho más importante para un suizo que el círculo familiar de tíos, primos, abuelos, e incluso padres y hermanos: “a tus familiares no los eliges, a tus amigos sí”.


Una psicóloga y una psicoterapeuta nos enseñaron las diferentes fases por las que pasa el emigrante, cómo nos afectan y cómo pueden superarse.

Como es lógico, la conclusión fue que hay muchas cosas que nos gustan de Suiza (el civismo, la limpieza de las calles, la puntualidad de los transportes, la seguridad de que todas las cosas funcionan perfectamente, el nivel educativo,…) y otras que no nos gustan tanto, o que son más difíciles de entender (la dificultad de conocer suizos y de entablar relaciones de amistad con ellos, el racismo que a veces existe contra los emigrantes, el resultado de la reciente votación del 9 de febrero para limitar la entrada de extranjeros provenientes de la Unión Europea, etc.)

La última palabra la tuvo una de las mujeres participantes que también vive en Basel, y contó su experiencia en este país. Su conclusión me pareció un punto final magnífico: el suizo es generoso.

¡Horror, me he vuelto suiza! ¿O es esto algo positivo? 



Este era el título de una de las ponencias. Y pensándolo bien, creo que yo ya era “suiza” antes de venir a este país. Y que conste que soy española y que me encanta España, pero creo que la crítica constructiva viene bien de vez en cuando.

Personalmente, no he sufrido ningún problema de racismo en el país de Heidi. En el tiempo que llevo en Suiza todo han sido facilidades. Al menos, esa es mi experiencia viviendo en Basel. Aunque no todo el mundo ha tenido esa experiencia. Siempre que sigas las normas establecidas no tendrás problemas. Y creo que esto es así aquí y debería ser así en cualquier otro lugar. Quizás pueda parecer un poco raro que uno no pueda hacer ruido que moleste a partir de las 10 de la noche (en España también existe una ley de este tipo, la diferencia es que aquí se cumple y en España no); que haya que tirar la basura en un horario determinado, y no cuando nos da la gana; que no haya lavadora en las casas, sino en el sótano y que sea comunitaria y haya horarios para utilizarla; y otras muchas cosas más que contaré en otra ocasión.



Pero quizás, en mi caso, eso era lo que he estado buscando toda mi vida: normas de convivencia que se respeten, no tener que llamar a la policía noche sí y noche también porque los vecinos ponen música a un volumen insoportable a las 4 de la mañana; no tener que pasar por delante de un contenedor de basura a las 10 de la mañana en pleno julio y tener que taparme la nariz porque está de basura hasta arriba, cuando el camión pasó a recogerla la noche anterior.

Y quiero que mi hija aprenda esas normas cívicas de respeto al prójimo, de educación básica. Sí, ya sé que eso se enseña en casa. Pero es difícil explicarle por qué la persona que va andando delante de ella saca el último cigarrillo de la cajetilla, la arruga y la deja tirada en medio de la acera. O por qué cuando los perros hacen caca en la calle sus dueños no la recogen.


Aquí el profesor todavía tiene el respeto de sus alumnos, y eso influye en la educación que mi hija recibe (y que conste que las profesoras que mi hija tuvo en Madrid y Barcelona eran unas auténticas profesionales, a las que les encantaba su profesión).

Yo dejé de trabajar fuera de casa para criar a mi hija durante 4 años y medio. Así que, a lo mejor, es por eso por lo que no me choca tanto que en Suiza las madres estén en casa con los polluelos hasta que estos tienen unos 10 años, y entonces se reenganchen al mercado laboral, con un horario reducido (puede ir desde el 14% al 80% de la jornada laboral, que en Suiza es de 42 horas). Que nadie me malinterprete: considero que tanto la opción de llevar al niño a la guardería como la de cuidarlo una misma una temporada son igual de válidas, cada persona tiene que tener claro cuáles son sus prioridades.

Resumiendo, que lo mismo yo ya era un poco suiza antes de venir, y por eso no he tenido problemas de adaptación, como sí le pasa a otras españolas con las que he hablado. O quizás esté en la fase de luna de miel que nos contaron, y me caigo del guindo en unos meses.
Por el momento, estoy muy a gusto viviendo aquí. Y encima hemos tenido un invierno que ha sido como una primavera, con lo cual no he echado en falta las horas de luz que había en Madrid, pues en Barcelona sí las echaba de menos, aunque pueda parecer raro. ¿Qué más se puede pedir?

Tres en Suiza.