La semana pasada tuve una “agradable” experiencia con las
farmacias y los medicamentos en el país de Heidi.
El lunes por la tarde me llamó la pediatra por teléfono para
decirme que los resultados de una analítica eran positivos, y la peque debía tomar antibióticos. Enviaba
la receta por fax a mi farmacia, y en 10 minutos podía ir a recoger la
medicina.
Aquí para darte un resultado de este tipo no te dan cita: si
no hay que tomar medidas no te llaman, y si hay que tomar medidas te llaman por
teléfono y te lo cuentan cuando ya ha acabado el horario de visitas. De esta
manera el paciente no pierde ni el tiempo ni el dinero (aquí los médicos
facturan por minuto de consulta), y tampoco lo pierde el médico, que puede
atender a otro paciente en el rato que tendría que atenderte a ti.
Y lo de tener una farmacia a la que vas siempre, pues bueno,
es por varias razones. La primera es que, al igual que en España, si tienes
confianza con la persona que te atiende, podrá ofrecerte un trato más ajustado
a tus necesidades. En segundo lugar, es por el tema de enviar las recetas por
fax desde la consulta del médico, o por el tema de que te lleven las medicinas
a casa (luego os cuento, pero no siempre este servicio es grautito), o por el tema de que la primera vez que vas con una
receta a una farmacia te cobran un impuesto, y no es cuestión de pagarlo en
varias farmacias.
Así que me fui a mi farmacia habitual (a 70 m. de casa), y
allí estaba la receta. Pero había un problema: el antibiótico recetado estaba
agotado en la empresa farmacéutica que lo fabrica, y el plazo para reponerlo
era de 2 semanas. La farmacéutica llamó por teléfono a la pediatra para ver si
se podía cambiar por otro que Marina ya había tomado anteriormente, pero eran
las 17:45 h, y la consulta cierra a las 17:30 h (esto es habitual en Suiza).
Como no era urgente, quedé con la farmacéutica en que iría al día siguiente a
las 8 de la mañana, y volvería a llamar a la pediatra para consultarle el
posible cambio de antibiótico.
Y allí estaba yo el martes a las 8:10 h, más o menos.
Resulta que habían encontrado el antibiótico en otra farmacia (a 50 m. de
casa), y para allá que me fui. Y allí tenían el antibiótico, pero necesitaba
dos botes, y sólo tenían uno, el segundo me lo conseguían “nachmittag”, es
decir, después del mediodía. Sobre las 16:45 h fui otra vez para la farmacia con mi
justificante a pedir el segundo bote de antibiótico, y esta vez me contaron la
misma historia de la primera farmacia: estaba agotado y el tiempo de reposición
era de 2 semanas. Pero intentarían conseguirlo en alguna otra farmacia de
Basel, o de Suiza, y si no, lo buscarían en Alemania. Flipante. Como la peque
no había empezado a tomarlo, todavía podíamos cambiarlo por otro.
En mi mentalidad española les dije que no era necesario que me trajeran el medicamento a casa, que ya iba yo a buscarlo, y que por supuesto que hacía yo la mezcla, pero se empeñaron, y a la media hora me habían traído el segundo bote de antibiótico a casa.
Todas estas conversaciones fueron en alemán
(mi patético alemán) y las personas con las que hablé fueron muy amables e
hicieron todo lo posible por entenderme y que las entendiera.
Sigo sorprendiéndome de las cosas que pasan por aquí.
Tres en Suiza.
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